En algún lugar a donde nunca he ido, gozosamente más allá
de toda experiencia, tus ojos tienen su silencio:
en tu gesto más delicado hay cosas que me rodean,
o que no puedo tocar porque están demasiado cerca
tu mirada más leve me abrirá sin esfuerzo
aunque me haya cerrado como unos dedos,
tu siempre me abres pétalo a pétalo como abre la Primavera
(tocando hábil, misteriosamente) su primera rosa
o si tu deseo fuera cerrarme, yo y mi vida
nos cerraremos muy delicadamente, de repente,
como cuando el corazón de esta flor imagina
la nieve cayendo cuidadosamente por todas partes;
nada de lo que podamos percibir en este mundo iguala
el poder de tu inmensa fragilidad: su textura
me domina con el color de sus países,
produciendo muerte y eternidad a cada latido
(no sé qué hay en ti que se cierra
y se abre; pero algo en mi comprende
que la voz de tus ojos es más profunda que todas las rosas)
nadie, ni siquiera la lluvia, tiene unas manos tan pequeñas...
EE Cummings
22 julio 2010
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