‘Hay momentos en los que un hombre tiene que luchar, y hay momentos en los que debe aceptar que ha perdido su destino, que el barco ha zarpado, que solo un iluso seguiría insistiendo. Lo cierto es que yo siempre fui un iluso’. (Ed Bloom (Albert Finney) en BIG FISH de Tim Burton)

31 diciembre 2009

Elisabeth

Sucedio un día de diciembre como otro cualquiera, sin embargo ese día recordé algo que creía ya olvidado, fue como si una oleada de brisa primaveral arrastrará hacia fuera algo del polvo que me consumía desde hacia ya mucho tiempo.
Aún no puedo asegurar como ocurrió, allí me hallaba como un viejo solitario jugueteando entre mis dedos con la copa de licor, ni siquiera se porque decidí entrar en aquel bar, quizás por pura casualidad. Estaba caminado entre las calles heladas que tintineaban con sus luces de colores, anunciando el engaño de la navidad y de pronto me sentí cansado, extraño y harto de intentar sonreír ante la algabaría de felicidad que parecía reinar en el lugar, así que el cartel de aquel bar me recordó otro tiempo, en el que aún no me había atrapado la apatía. Decidí entrar y pedir algo de alcohol como hacia últimamente cada vez más a menudo para evadirme del mundo. Y allí me hallaba cuando de repente la puerta de aquel oscuro bar se abrió y entro ella, fue como si una brisa fresca inundará aquel lugar y yo me sentí como una mosca que no puede alejarse de la luz. Apenas era una chiquilla, pero no podía dejar de sentir que necesitaba algo de aquella maravillosa luz que desprendía. De pronto mi copa me parecía vacía y triste, y yo me sentí terriblemente cansado. Fue como si de pronto ella me recordará que hubo un tiempo en el que fui feliz, en el que reía ante las luces parpadeantes, en el que no era mi única compañía la triste copa que sostenía en mi mano. Ella reía desde la barra ante alguna ocurrencia del camarero, y esa risa me recordó otro tiempo, otro lugar y otra mujer, hacia mucho tiempo que no pensaba ya en Elisabeth, y de pronto recordé su risa, clara, cristalina como un riachuelo de agua fresca, como aquel manantial donde una vez la lleve, donde riendo metió los pies y me salpico burlándose de mi temor a mojarme. Recordé la manera de reírse, de quitarse el pelo de la cara, de hacer un mohín cada vez que algo no le gustaba… y de pronto en aquel bar me vi atrapado por mi propio pasado y me pregunte porque deje marchar a aquella mujer que me hacia sonreír incluso en el día mas gris; recordé mis silencios, mis quejas… como fui apartándola poco a poco de mi vida hasta que un día harta de mi indiferencia acabo alejándose de mi. Recordé el dolor al descubrir restos de su aroma en mi cama, en mi ropa y mi incapacidad de levantar el teléfono e intentar recuperarla, no apartarla de nuevo. El tiempo pasó y finalmente mi propia amargura venció la batalla llevándome a este bar, a este momento, a este instante en el que aquella muchacha entro trayendo el recuerdo de la primavera a mi gris existencia.

Durante un momento pensé acercarme a ella y decirle algo pero vi a un hombre cansado y derrotado que me veía desde el otro lado del espejo, y temí asustarla y yo solo quería absorber algo de aquella luz, así que me quede sentado observándola e intentando atrapar algo de aquel momento. Volví a pensar en Elisabeth abandonándome a la nostalgia y preguntándome si seria feliz…

De pronto entendía aquellos viejos poemas que tanto la gustaban y de los que yo me burlaba. Pague mi copa y mirando por ultima vez a la muchacha salí a la calle.
Afuera seguían las luces tintineando, y más viejo las observe preguntándome cuanto hacia que no las veía realmente...

3 comentarios:

  1. Yo creo que este te va a gustar Ri, es uno de mis favoritos

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  2. que bonito letur, muy bonito!! Cuanto arte tienes, sacalo poco a poco, en pequeñas dosis, asi se saborea mucho mejor.

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  3. Hola

    Te invito a que añadas tu sitio a un directorio de enlaces, te esperamos en www.dondirectorio.com (pr4)
    Saludos

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