‘Hay momentos en los que un hombre tiene que luchar, y hay momentos en los que debe aceptar que ha perdido su destino, que el barco ha zarpado, que solo un iluso seguiría insistiendo. Lo cierto es que yo siempre fui un iluso’. (Ed Bloom (Albert Finney) en BIG FISH de Tim Burton)

26 julio 2011

Brave-Valiente

Para ir abriendo boca para el próximo verano, la nueva película de Pixar. Promete y además la protagonista me recuerda a alguien.
BRAVE

04 julio 2011

Alfonsina Storni

Un precioso poema de Alfonsina Storni, maravillosamente recitado:

Y para acabar la canción sobre su muerte, aunque quizás sea un homenaje a su vida y sus poemas con la incomparable voz de Mercedes Sosa y un precioso acompañamiento de guitarra

06 diciembre 2010

Luces Errantes

No se porque pero me recuerda a "Cometas en el cielo" supongo que por la simbologia de las cometas, ojalá voláramos más cometas y observáramos más el cielo,quizás descubriríamos que es más lo que nos une que lo que nos separa...

29 agosto 2010

El secreto de Kells

Me parece que esta es una gran peli de animación, no solo por la manera de afrontarla sino por el tema a tratar, lástima que como siempre alguna de estas autenticas joyas pasen desapercibidas o no tengan salas a las que poder ir a disfrutarlas, si alguien tiene la suerte de encontrarla escondida entre la cartelera que vaya, por aqui al menos no la han dado ni la oportunidad.

19 agosto 2010

Las lagrimas de Shiva

Un fragmento de "EL PALACIO DE MEDIANOCHE" de CARLOS RUIZ ZAFÓN

En una ocasión, hace mucho tiempo, las gentes que vivían en Calcuta, fueron azotadas por una terrible plaga que acababa con las vidas de los niños y hacía que, poco a poco, los habitantes envejeciesen progresivamente y las esperanzas en el futuro se desvanecían. Para remediarlo, Shiva emprendió un largo viaje en busca de un remedio que curase la enfermedad. Durante su éxodo tuvo que enfrentarse a numerosos peligros. Eran tantas las dificultades con que se tropezaba en su camino, que el viaje le mantuvo alejado muchos años y, cuando volvió a Calcuta, descubrió que todo había cambiado. En su ausencia, un brujo llegado del otro lado del mundo había traído un extraño remedio que había vendido a los habitantes de la ciudad a cambio de un precio muy alto: el alma de los niños que nacieran sanos a partir de aquel día.

Esto es lo que vieron sus ojos. Donde antes existía una jungla y chozas de adobe, ahora se levantaba una gran ciudad, tan grande que nadie la podía abarcar con una sola mirada y se perdía en el horizonte fuera cual fuera la dirección en que uno mirase. Una ciudad de palacios. Shiva, fascinado por el espectáculo, decidió encarnarse en hombre y recorrer sus calles ataviado como un mendigo para conocer a los nuevos habitantes de aquel lugar, los hijos que el remedio del brujo había permitido nacer y cuyas almas le pertenecían. Pero le esperaba gran decepción.

Durante siete días y siete noches, el mendigo caminó por las calles de Calcuta y llamó a la puerta de los palacios, pero todas se le cerraron. Nadie quiso escucharle y fue objeto de las burlas y el desprecio de todos. Desesperado, vagando por las calles de aquella inmensa ciudad, descubrió la pobreza, la miseria y la negrura que se escondían en el fondo del corazón de los hombres. Fue tanta su tristeza, que la última noche decidió aba donar para siempre su ciudad.

Mientras lo hacía empezó a llorar y sin darse cuenta, fue dejando tras de sí un rastrode lagrimas que se perdían en la jungla. Al amanecer las lágrimas de Shiva se habían convertido en hielo. Cuando los hombres se dieron cuenta de lo que habían hecho, quisie- ron reparar su error atesorando las lágrimas de hielo en un santuario. Pero, una tras otra, las lágrimas se fundieron en sus manos y la ciudad no volvió nunca jamás a conocer el hielo.Desde aquel día, la maldición de un terrible calor cayó sobre la ciudad y los dioses le volvieron la espalda para siempre, dejándola al amparo de los espíritus de la oscuridad.

Los pocos hombres sabios y justos que en ella quedaban rezaban para que, algún día, las lágrimas de hielo de Shiva cayesen de nuevo desde el cielo y rompiesen aquella maldición

que convirtió a Calcuta en una ciudad maldita...


«Ésta fue siempre mi predilecta entre las historias de mi padre. Es quizá la más simple, pero ninguna como ella personifica la esencia de lo que mi padre siempre significó para mí y sigue significando todos los días de mi vida. Yo, como los hombres de la ciudad maldita que tienen que pagar el precio del pasado, también espero el día en que caigan las lágrimas de Shiva sobre mi vida y me liberen para siempre de mi soledad. Mientras tanto, sueño con esa casa que mi padre construyó primero en su mente y, años más tarde, en algún lugar del Norte de esta ciudad. Sé que existe, aunque mi abuela siempre me lo ha negado, y sin que ella lo sepa, creo que mi propio padre describió en el libro el enclave en que pensaba construirla algún día, aquí en la ciudad negra. Todos estos años he vivido con la ilusión de recorrerla y reconocer todo lo que ya conozco de memoria: su biblioteca, sus habitaciones, su butaca de trabajo...


Y ésta es mi historia. Nunca se la conté a nadie porque no tenía a quién hacerlo. Hasta hoy.»


22 julio 2010

Reivindicando la ternura

En algún lugar a donde nunca he ido, gozosamente más allá
de toda experiencia, tus ojos tienen su silencio:
en tu gesto más delicado hay cosas que me rodean,
o que no puedo tocar porque están demasiado cerca

tu mirada más leve me abrirá sin esfuerzo
aunque me haya cerrado como unos dedos,
tu siempre me abres pétalo a pétalo como abre la Primavera
(tocando hábil, misteriosamente) su primera rosa

o si tu deseo fuera cerrarme, yo y mi vida
nos cerraremos muy delicadamente, de repente,
como cuando el corazón de esta flor imagina
la nieve cayendo cuidadosamente por todas partes;

nada de lo que podamos percibir en este mundo iguala
el poder de tu inmensa fragilidad: su textura
me domina con el color de sus países,
produciendo muerte y eternidad a cada latido

(no sé qué hay en ti que se cierra
y se abre; pero algo en mi comprende
que la voz de tus ojos es más profunda que todas las rosas)
nadie, ni siquiera la lluvia, tiene unas manos tan pequeñas...

EE Cummings